En los largos recorridos por las diferentes rutas que conforman el Camino de Santiago, surgen mitos, leyendas, e historias fantásticas de cada pueblo, lugar o monumento que se visita. Estas narraciones se mantienen con el paso de los años, y son transmitidos de peregrino en peregrino para no perder la oportunidad de conocer cada lugar del recorrido.
De todas esas leyendas e historias que atraen la atención de todo peregrino, hay una de gran relevancia en la tradición popular. De hecho, se convirtió en Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial por parte del gobierno de La Rioja. Se trata de la leyenda del gallo y la gallina de Santo Domingo de la Calzada.
Cuenta la leyenda…
Durante el siglo XIV, cuando aún el Camino no era tan transitado, una familia alemana conformada por padre, madre e hijo de aproximadamente 18 años llamado Hugonell, llegaron a Santo Domingo de la Calzada para hacer un alto en su recorrido por el Camino de Santiago.
El joven y sus padres llegaron a una posada para pasar la noche, y la hija del posadero se enamoró a primera vista y perdidamente de Hugonell, pero este, hizo caso omiso a las insinuaciones de la muchacha, lo que generó en ella una enorme furia y deseos de venganza.
Ante su indiferencia y a escondidas, metió una copa de plata en el equipaje de Hugonell con la finalidad de poder culparlo de robo después, y a sabiendas de que este delito, para la época, era castigado con la horca.
Una vez perpetrada su venganza la joven acude ante las autoridades para acusar al chico, y éstos comprueban que efectivamente la copa de plata formaba parte de sus pertenencias, razón por la cual, Hugonell fue injustamente condenado a morir. Al cumplirse la sentencia, los padres del condenado se aproximan a su encuentro para poder despedirse de él, y algo los dejó perplejos: Su hijo les responde que Santo Domingo de la Calzada lo había preservado de la muerte.
Ante una situación de tal magnitud, los padres “del resucitado” deciden apresurarse para ver al corregidor y hablarle de lo que había sucedido. En la edad media, el corregidor era un funcionario que se encargaba, entre otras cosas de los asuntos de la justicia en primera y segunda instancia, y fungía como gobernador del pueblo con competencias judiciales, comerciales y militares.
Este, que se encontraba en la hora de la cena cuando los padres del joven llegaron para darle la noticia, se mofó del relato respondiendo que su hijo tenía tanta vida como la del gallo y la gallina que estaba a punto de comerse. ¿Y qué pasó después? Las aves del corral saltaron del plato recobrando sus plumas, así como su cantar y su propia vida.
“Santo Domingo de la Calzada
Donde cantó la gallina después de asada”
Es el famoso verso que se repite de generación en generación rememorando dicha leyenda. De hecho, en la actualidad, la catedral mantiene durante todo el año una gallina y un gallo vivos, producto de donaciones hechas por los lugareños o devotos del santo, y las parejas suelen cambiarse de forma mensual.
Además, la cofradía de Santo Domingo mantiene un gallinero en su domicilio social como recordatorio de su tan famosa leyenda. Si vas de visita por la catedral durante tu peregrinación, ya entenderás la presencia de un gallo y una gallina blanca en el lugar.